Gastronomía
Una de las características más importantes de la gastronomía caligense es la estrecha relación que mantiene con las fiestas tradicionales. De esta forma, los dulces que encontramos son, por ejemplo, el rollo de San Blas, las cocas de San Antonio, las farinosas y las monas de Pascua, la prima de Santa Catalina y San Nicolás, el mazapán y el turrón de la Fira el Socors o los pastissets de cabello de ángel o de boniato, les primetes, las madalenas, el bizcocho con higos y los brazos de gitano. Actualmente, los hornos y las panaderías del pueblo se han especializado en una amplia variedad de dulces que hacen que la pastelería caligense tenga una muy buena aceptación entre la gente de la comarca.
A parte de estos dulces, que anteriormente se cocinaban en las casas, también podemos encontrar platos de elaboración tradicional y que son comunes en otros pueblos del Maestazgo, como son la olla (mezclada, de garbanzos y judías con cardos), guisados, caldo de rata, sopa escaldada, empedrat, arroz con pelotas, habas ahogadas, suquet de caracoles... y un extenso recetario de cocina que tiene una base muy diversa de productos cultivados en el campo.
La caza, sobretodo de conejos, liebres y aves (tordos, mirlos, chamarices, pinzones, jilgueros...) también forma parte inseparable de la gastronomía caligense. Con las piezas se cocinan gran variedad de platos, acompañados de alioli, picadeta de ajo y perejil o un sofrito de tomate y cebolla.
Además, también encontramos algunas comidas que habitualmente se toman para almorzar, merendar o entre horas, como por ejemplo, el pan con tomate y jamón serrano o panceta, cocs (de tomate, pimentón, de boniato, rápido o benicarlando...), coques (de sal y aceite, secas, de viaje...), rollos de aguardiente y de anís, mantecados, carquinyols...
El vino del Maestrazgo y sus variedades, los siropes y licores de frutas (de granada y membrillo, principalmente) son las bebidas que no faltaban en una buena mesa o como acompañantes del dulce del final de la comida. Esto se entiende porque ya no hay viñedos en el término municipal y se ha perdido la costumbre de elaborar licores y, por tanto, los que se consumen son fabricados en otros pueblos.
En definitiva, la cocina caligense presenta un abanico de platos arraigados al terreno del Maestrazgo, que se encuentran totalmente integrados dentro de la cocina mediterránea.
Texto de Aureli Querol i Anglès.